No importa si vamos ganando o perdiendo. Las gradas del coliseum vibran en todo momento con las más de 9.000 gargantas animando al unísono. Es la fiesta del baloncesto. Es la recompensa de una afición a un equipo que nunca se rinde y que por fin ha logrado cumplir su sueño: militar en la máxima categoría del baloncesto español.
Más que un pasatiempo: un modo de vida

Rubén Saiz (peña Sauki), Guillermo Saldaña (peña Andrés Montes), Elvira García (peña Bochanos), Francisco Javier Angulo (socio de a pie) y los pequeños Juan y Elvira Sebastián, son, como muchos otros, aficionados de corazón del San Pablo Burgos.
Aunque cada uno pertenece a un sector diferente todos ellos conforman la denominada ‘marea azul’ que cada fin de semana se desplaza por las calles de Burgos o de la ciudad en la que juegue su equipo, viviendo la fiesta del baloncesto tanto antes como después del partido. Es una familia, la familia del San Pablo.
“El partido no es solo cuando se juega, es todo el día. Solemos hacer una quedada antes y después seguimos con la fiesta”, detalla Rubén Saiz.
“Nos gusta meternos en el partido pronto, recibir a los jugadores cuando llegan al pabellón y vivir el ambiente en el coliseum incluso antes de que salten a la cancha”, añade Guillermo, representante de la peña Andrés Montes.
Y cuando el equipo juega fuera de casa, esa unión entre aficionados aun es mayor.
“Cuando vas por otra ciudad te gusta ver la bufanda de tu equipo, saludas a la gente aunque no la conozcas y cantamos todos juntos por la calle. Es muy bonito”, explica Francisco Javier Angulo.
Incluso, el baloncesto es capaz de aunar a las aficiones rivales y crear amistades entre ellas. Un magnífico símbolo de la deportividad.
“En uno de los viajes, en Tenerife, no pudimos llevar el bombo por cuestiones del desplazamiento y la afición de allí tuvo la amabilidad de dejarnos uno. Son pequeños detalles que te hacen ver la nobleza de este deporte”, señala Guillermo.
Elvira García también cuenta que las aficiones rivales se alegran de que el San Pablo esté en la Liga Endesa después de tres años sin poder ascender. “Vemos que nos tienen cariño, tenían ganas de que llegáramos y siempre nos dan la enhorabuena”.
El sexto jugador
Como no podría ser de otra manera, el cariño y los ánimos de todos los aficionados se transmiten a la cancha como un plus de motivación para los jugadores que tratan de darlo todo en cada partido con el objetivo de corresponder ese apoyo.
“Para nosotros es un orgullo y una ilusión salir todos los días a la pista e intentar representar a toda esa gente que tenemos al lado. En cada partido tratamos de dar lo máximo, pero en los momentos difíciles esas voces que te están animando en la grada te hacen no flaquear, te hacen seguir creyendo que se puede, y seguir peleando, seguir creyendo en el trabajo que estás haciendo”, explica impresionado Fran Hernández, entrenador ayudante del San Pablo Burgos.
Para Fran, ese apoyo es un reconocimiento a todo el esfuerzo que ha hecho el equipo no solo este año si no los anteriores, y eso cree que es lo que hace mágica y especial a la afición del San Pablo.
“Gran parte de la afición es consciente de todo el trabajo que ha habido detrás no solo este año sino también años anteriores. Con condiciones difíciles, cambio de entrenador, … Saben perfectamente todo el esfuerzo que ponemos en la pista aunque a veces las cosas van mejor y otras peor, pero saben que cada día venimos a trabajar al 100% y dar todo lo que tenemos. Para nosotros son nuestro sexto jugador”.

La mejor afición de la ACB
Llegados a este punto, queda claro por qué ha sido elegida como la mejor afición de la Liga Endesa, ¿verdad?
Es el reconocimiento de que a los burgaleses nos gusta el baloncesto y lo disfrutamos. De que supone algo más que un deporte para sus aficionados y por eso, se dejan el alma cada fin de semana animando a su equipo y entonando el himno a Burgos de tal manera que emociona a todos los allí presentes.
Es un sentimiento.
“El San Pablo no solo representa un equipo de baloncesto, también representa la ciudad de Burgos y por eso nos sentimos tan identificados con el equipo”, explica Guillermo Saldaña.
Y este sentimiento también lo viven con gran emoción los niños. Para el pequeño Juan Sebastián el San Pablo es “una afición, el equipo de mi ciudad y disfrutar los partidos” y bien que lo sabe porque también se atreve a tocar el bombo bien fuerte en cada encuentro.
Por su parte, a Elvira Sebastián lo que más le gusta del baloncesto es lo divertido que es. “Me lo paso muy bien porque no solo es venir a verlo, también es animar y hablar de ello. Es muy bonito y muy intenso”.
Está claro que la fiebre del baloncesto ha calado en Burgos. En último ejemplo lo tenemos en las 1.500 personas que se han desplazado el fin de semana pasado a la capital para animar al equipo contra el Real Madrid.
El sueño por fin se ha cumplido y no queda otra cosa que seguir disfrutándolo juntos: orgullosos de nuestro equipo y de nuestra ciudad. ¡Por muchos más años siendo ACB!