El ajo es uno de los cultivos más antiguos del mundo. Su origen se encuentra en Asia Central y se tiene conocimiento de su consumo alrededor de 3.000 años A.C. Se puede cultivar tanto en secano como en regadío y es un ingrediente básico de la cocina mediterránea.
Existen muchas variedades de ajos en función de su color y su zona geográfica. Además de su inigualable sabor y aroma, esta hortaliza también es conocido por sus numerosas propiedades beneficiosas para la salud. Desde Fundación Caja Rural, exploramos el cultivo del ajo y re contamos algunos de los beneficios que esta planta puede ofrecer.
La planta del ajo
El ajo, cuyo nombre científico es Allium sativum, es una planta de hoja perenne perteneciente a la familia de las Amarilidáceas, como la cebolla o el puerro. Es fácilmente reconocible por su bulbos subterráneos compuestos por gajos, o dientes, cada uno de los cuales está envuelto en una fina piel blanca o morada.
De cada uno de esos dientes puede dar lugar a una nueva planta sin necesidad de plantarlo previamente. Si dejas un diente de ajo sin usar durante un tiempo, dependiendo de la variedad y condiciones de conservación, verás que germina sin necesidad de hacer nada.
Estos dientes son la parte más utilizada en la cocina, ya que poseen un sabor distintivo y fuerte, que puede variar desde picante hasta suave dependiendo de la forma en que se cocinen. Además de su sabor característico, el ajo también es apreciado por su aroma fragante.
Los tallos que salen de los ajos son robustos y verdes. Estos pueden llegara crecer hasta los 2 o 3 metros de altura.
Características del cultivo
El ajo es una hortaliza relativamente sencilla de cultivar. Se siembran desde finales de otoño hasta la primavera, y suelen recogerse en los meses de verano. Normalmente se cultiva en secano, aunque también puede darse con un riego de apoyo. Es una planta que suele darse en la mayoría de climas, pero suele ser recomendable plantarlo en zonas templadas, sin cambios muy bruscos.
El suelo donde se cultive debe ser, preferiblemente, rico en materia orgánica y con un buen drenaje. No debe estar excesivamente húmedo, ya que el bulbo puede pudrirse. Es una planta que demanda mucho abono, por eso es mejor que el terreno sea rico en materia orgánica.
La recogida de ajos se realiza cuando la planta está completamente seca. Los ajos se recogen tanto a mano, arrancando los bulbos de la tierra, como con maquinaria específica preparada para sacar los bulbos a la luz.
Usos y propiedades
El ajo se usa ampliamente en la cocina de múltiples formas. Puede ser picado, triturado, aplastado o simplemente cortado en rodajas finas para agregar sabor a una amplia variedad de platos.
Ya sea en salsas, guisos, aderezos para ensaladas o como condimento para carnes y pescados, el ajo es un ingrediente esencial en la mayoría de zonas del mundo. También se utiliza para hacer ajo encurtido, un manjar popular en algunas culturas.
Además de su versatilidad culinaria, el ajo ha sido valorado durante siglos por sus posibles beneficios para la salud. Es una hortaliza rica en vitamina C, yodo, fósforo, vitamina B6 y compuestos azufrados.
Gracias a este alto contenido en componentes azufrados, el consumo de ajo puede ayudar a nuestro sistema inmunitario al ser antiséptico, antiinflamatorio, bactericida, antiviral, antifúngico y antiparasitario intestinal. También puede ayudar a reducir el colesterol, la hipertensión y otros problemas cardiovasculares.
Se trata de una hortaliza muy nutritiva para nuestro organismo. Pero, como todo, su consumo excesivo puede llevar a efectos negativos como acidez estomacal, nauseas, o diarrea. Por eso se recomienda consumirlo con precaución. La OMS recomienda de 2 a 5 gramos de ajo crudo para un adulto.
La planta del ajo es una de las especies vegetales más apreciadas en la gastronomía global y ha desempeñado un papel importante en la medicina tradicional a lo largo de la historia. Su sabor distintivo y sus posibles beneficios para la salud hacen que el ajo sea una planta invaluable en la cocina y en la vida cotidiana.