De una casa de comidas a una empresa de “alta pastelería” y hostelería. Así ha sido la evolución de Juarreño durante sus 80 años de vida en los que se ha ganado convertirse en un distinguido lugar de Burgos destinado a endulzar la vida de sus habitantes. Por el negocio han pasado tres generaciones de la familia López-Alzaga en donde la innovación y el buen hacer son las claves de su éxito.
“Para que una empresa funcione tienes que estar constantemente innovando, atento de lo que demanda la gente o, lo que la sociedad y las modas van imponiendo”, explica Fidel López, actual propietario de grupo Juarreño.
Fidel, junto a su hermana Mónica, son los encargados desde el año 2003, de llevar las riendas de este grupo que actualmente cuenta con tres pastelerías, una heladería y tres establecimientos dedicados a la restauración.
Desde pequeños empezaron en el negocio familiar mamando los conocimientos básicos en casa, y ahora se han convertido en dos emprendedores sin límites para ofrecer de manera original, los mejores servicios a sus clientes.
Juarreño: Éxito y crecimiento gracias a la innovación
A raíz de dirigir las cantinas de los pueblos de la comarca de Juarros- de ahí el nombre de Juarreño-, los abuelos de Fidel emprendieron en el año 1936 la aventura de abrir un pequeño local en la calle Santa Clara destinado a servir bocadillos y comidas para gente trabajadora. “Somos de origen tabernero”, señala López, un origen al que han vuelto tras abrir recientemente tres negocios hosteleros: La Lorencita, La Lesmería y la Dorada.
“Empezamos con la Lorencita, un bar muy pequeño en la calle san Lorenzo, la zona de más tapeo y más concurrida de bares. Nos gusta hacer las cosas bien y al final se ha transformado en que llevamos 3 o 4 años ganando el premio de tapas en San Pedro y San Lesmes. Hacemos unos pinchos sin ser muy innovadores, pero tienen mucha aceptación. En La Lesmería tocamos un poco de todo desde desayunos, cafés, cenas más informales, hasta pinchos más elaborados el fin de semana. Por último, el año pasado hicimos la Dorada en Regino (Sainz de la Maza), que solo está enfocado a productos del mar. Nos centramos en tres productos para conseguir la especialización y que la gente te identifique con una cosa”, detalla Fidel.
Pero sin duda el éxito que ha llevado al grupo Juarreño a proyectar este crecimiento en nuevos proyectos ha sido gracias a su innovación en el sector pastelero. A través de la experiencia obtenida por Fidel y Mónica trabajando en otras ciudades, los nuevos conocimientos e ideas se materializaron tanto en sus postres como en las instalaciones de las tiendas. “Dimos una vuelta en la pastelería, creamos propuestas nuevas, texturas nuevas, formas nuevas, algo que visualmente aquí no se había visto. Partiendo de la base que es la principal referencia que tenemos para hacer cosas originales, intentamos mejorar con las técnicas y medios nuevos todo lo que se había hecho hasta el momento, mejorarlo y aportarlo con las nuevas ideas que traíamos. Unir esas dos cosas para hacer propuestas diferentes. Luego a la par fue la transformación de las tiendas, adecuarlas a algo novedoso, impactante, que incite a la gente a entrar. Fue una renovación tanto de continente como de contenido”, puntualiza el dueño del grupo Juarreño.
Fidel también advierte que conseguir ese toque de originalidad que diferencie sus productos no es fácil y requiere un gran proceso de elaboración. “Estamos en un sector, tanto en pastelería como en restauración, en el que las cosas requieren un proceso muy largo si quieres hacer las cosas bien como nosotros. Un trabajo de mucha gente detrás para que luego los productos estén disponibles en las distintas épocas del año”.
Y este compromiso y dedicación se pueden cumplir gracias al vínculo que el grupo Juarreño tiene con Cajaviva Caja Rural desde hace casi 10 años. “Nosotros confiamos en Cajaviva Caja Rural porque ha seguido apostando por ser independiente, ser local y apoyar al pequeño comercio. En ese sentido, estamos volcados con ellos y queremos agradecer a la entidad y a los trabajadores, el apoyo que nos están dando”, explica López.
Propósitos y visión de futuro del grupo Juarreño
Para Fidel cuando él y su hermana cogieron las riendas de la empresa, su objetivo era, como mínimo, mantener el negocio que sus padres les habían dejado y si podían, ampliarlo. Una meta que, como ven, ha sido cumplida con creces y a la que todavía no cierran las puertas para continuar incrementándola. “De momento queremos seguir en lo que estamos centrados, pero miramos adelante porque se pueden hacer más cosas”.
Un espíritu de dos jóvenes emprendedores inquietos que han sabido aprovechar las necesidades que Burgos demandaba reinventando de esta manera un negocio familiar tan exitoso en nuestra ciudad. Ahora, aún les queda una trayectoria muy grande por recorrer en la que, seguro, les depararán muchas más aventuras y proyectos en los que embarcarse. Y quién sabe si algún día los pequeños Julia y Mateo, sobrina e hijo de Fidel, seguirán los pasos de sus padres, abuelos y bisabuelos para continuar expandiendo tan deliciosa tradición.