Durante cerca de 30 años, Salvador Vega y su mujer Ana Isabel Vallejo llevan trabajando la agricultura ecológica en la localidad de Castrillo del Val. A raíz de un modo de producción natural y artesanal implementado por los padres de Salvador, este agricultor decidió continuar con la tradición familiar y apostar por la elaboración de cereales y legumbres ecológicas como un modo de vida saludable.
Pero además de su mujer, uno de sus dos hijos, Iván, también colabora desde los 16 años en la producción ecológica convirtiéndose así, en un trabajo en familia destinado al autoconsumo y a la venta.
El método de trabajo de la agricultura ecológica
Las alubias abarcan la mayor parte de la cosecha de estos productores ecológicos. Y las cultivan de todas clases: rojas de ibeas, verdinas, amarillas, pintas, blancas y negras. En total, recolectan una tonelada que es almacenada y seleccionada para después comercializarla.
Para conseguir las alubias ecológicas, el proceso de cultivo que realizan estos agricultores es totalmente artesanal, utilizando la agricultura biodinámica. “Sembramos las alubias a mano en mayo, cuando ya no hiela. Después, trabajamos la tierra también manualmente siguiendo el calendario biodinámico, que establece las fechas para realizar los trabajos en función de las constelaciones. Por ejemplo, si es un ‘día fruto’, toca ahuecar la tierra con la azada. Así, en septiembre ya han madurado y es el momento de recolectarlas y seleccionarlas.” explicaba Vega.
Pero además de alubias, también producen lentejas pardinas y verdinas, trigo de la variedad florencia aurora (destacado por su buena calidad para hacer pan), cebada y diferentes clases de plantas herbáceas como la alfalfa y la veza.
Y su cultivo, por supuesto, sigue siendo ecológico. “Nosotros no echamos ningún abono químico ni herbicidas, la naturaleza sigue su curso. Por ejemplo, la mari
quita se encarga de comerse a los pulgones y así evitan las plagas. También usamos la rotación de cultivos para que el suelo no se empobrezca ni se dañe”, detallaba el agricultor.
Incluso, el proceso ecológico también se extiende a la conservación de los alimentos, según describía Salvador. “Las alubias pueden durar hasta dos años si se guardan en un sitio frío y seco, dentro de un bote que no esté cerrado herméticamente. Para las lentejas, una vez recolectadas, lo mejor es congelarlas durante unos 10 días, a
menos 18 grados para que las larvas de ciertos insectos que pueden estar inoculadas no se despierten con el calor y afecten a las personas”.
Un proceso que se extiende a los animales
Uno de los objetivos principales de la agricultura ecológica es el cultivar los productos de forma natural para que la alimentación de las personas sea más saludable. Y dentro de esta alimentación, además de la ingesta directa de los cultivos recolectados, se encuentra una ingesta indirecta de animales o de alimentos producidos por animales, que han comido previamente comida también ecológica.
En el caso de esta familia, cuentan con conejos y gallinas ponedoras que producen huevos ecológicos. “Les alimentamos con los cuatro cereales: trigo
, cebada, avena y centeno y con habas para que ingieran proteínas. De esta manera, los huevos de las gallinas son totalmente naturales, al igual que cuando te alimentas de estos conejos”, señalaba Salvador.
El mercado ecológico
A la hora de comercializar los productos ecológicos, esta familia tiene su principal mercado en Madrid. “En Madrid y en Barcelona es donde más está arraigada la cultura ecológica desde hace años. Aunque ahora parece que está empezando a reconocerse en Castilla y León”, indicaba el agricultor.
Por eso, en la feria BioCultura de Madrid, es donde venden la mayor parte de su producción, pues es una feria dedicada a los productos naturales y ecológicos y que coincide con la época de recogida de las legumbres. Igualmente, son socios de ‘La despensa ecológica’, una asociación de consumidores de alimentos ecológicos en Burgos donde también comercializan sus alimentos.
De este modo, para su venta, todos los productos tienen que tener un certificado de que son ecológicos. “Cada año, viene un técnico que analiza las tierras y nos puede certificar que producimos alimentos ecológicos. Para que tenga estas características y se puedan vender, tienen que pasar mínimo tres años de reconversión a la agricultura ecológica”, detallaba Vega.
Pese a que el balance de su andadura es positivo porque han conseguido hacerse un hueco en un sector no tan popular, creen que todavía queda mucho por mejorar entre la sociedad, especialmente porque el precio de los productos suele ser más alto y eso echa atrás a los consumidores. “El precio es el que es porque nuestro trabajo es tan artesanal que no se puede bajar más. Por tanto, hay personas que lo entienden y otras que no”.
Aun así, el futuro lo ven esperanzador porque el sector comienza a mejorar y a germinar por toda España. La agricultura ecológica es otra forma de producir y consumir alimentos y también debemos apostar por ella.