¿Alguna vez se ha parado a pensar cuánta cantidad de comida aprovechable se pierde al cabo del día? Muchas industrias agroalimentarias se deshacen de comida que está a punto de caducarse, que tiene un envase dañado, que no ofrece unas características visuales determinadas, … porque, de alguna manera, no puede comercializarse.
Pero muchos de estos alimentos son aptos para el consumo y se pueden aprovechar. Por esa razón, para reaprovechar estos excedentes de comida, hace 22 años nació el Banco de Alimentos, y desde entonces hasta ahora trabaja en toda España redistribuyendo los recursos alimentarios entre aquellos que más lo necesitan.
Esta labor solidaria es la que lleva a Cajaviva Caja Rural a colaborar anualmente con la entidad a través de la venta de lotería solidaria, cuya recaudación dona íntegramente al Banco de Alimentos y que supone hasta un 10% de su financiación necesaria para subsistir.
El abastecimiento de los alimentos
Aunque el Banco de Alimentos se constituye como una federación a nivel nacional, tiene sus sedes independientes en 55 provincias españolas, entre ellas la de Burgos.
Cabe destacar que el Banco de Alimentos de Burgos se postula a la cabeza de estos organismos en España, principalmente por la potente industria agroalimentaria de la ciudad. “La primera fábrica que nos dio productos era la antigua Repostería Martínez de Briviesca y también comenzamos las relaciones con Campofrío. Con ellas empezamos a tener el primer año 100.000 kilos, 200.000 otro y así llevamos trabajando 22 años hasta el pasado que obtuvimos 2.300.000 kilos”, explica Julián Martínez, presidente del Banco de Alimentos de Burgos.
Pese a que la industria agroalimentaria es su principal fuente de aprovisionamiento como objetivo para evitar el despilfarro, también se nutren de las donaciones de particulares que les permiten tener más variedad de productos. Aunque su presidente aclara que no son una institución de caridad.
Así, una de sus actuaciones más destacadas es la Gran Recogida de Alimentos, que tendrá lugar los próximos 30 de noviembre y 1 de diciembre en gran parte de los hipermercados, supermercados y comercios burgaleses. Más de 1.000 voluntarios serán los encargados de recoger y almacenar los productos que la sociedad decida donarles. “Aquí aprovechamos para demandar productos que más falta nos hacen como por ejemplo aceite, leche o pañales”, manifiesta Julián Martínez.
Por último, una tercera línea de abastecimiento viene del sector público cuando regulan excedentes agrarios, especialmente frutas y verduras de Europa.
Aunque tampoco se puede olvidar el intercambio de productos entre bancos de otras provincias. “Trabajamos la reasignación de productos entre bancos porque podemos recibir muchos productos similares que no consumimos y que a otros les escasean. Y viceversa. Este año, por ejemplo, hemos repartido 1.120.000 kilos a otros bancos”, apunta Julián.
El centro de distribución de los alimentos
De este modo, gracias a su amplia trayectoria en la ciudad y su manera de hacer, el Banco de Alimentos de Burgos se ha convertido en el centro de distribución de los productos alimentarios para todos los que lo necesitan.
Sin embargo, la distribución no se realiza a los consumidores finales, sino a través de asociaciones benéficas que se encargan de entregar los alimentos excedentarios que reciben del Banco a los más necesitados. “Intentamos que la trazabilidad de los productos esté controlada. Así, la asociación correspondiente gestiona los alimentos para que ellas atiendan directamente a las personas”, comenta Julián Martínez.
Actualmente, el Banco de Alimentos de Burgos ayuda a 99 asociaciones del entramado social de la provincia: La Asociación Española Contra el Cáncer, Aspanias, Cáritas, Promoción Gitana o los comedores sociales son algunas de ellas. En total, en torno a unas 8.000 personas al año se ven beneficiadas de esta ayuda.
La asociación este año ya ha recopilado un total de 2.400.000 kilos, superando el montante del pasado 2017 y se prevé llegar hasta los 2.600.000 kilos con la Gran Recogida de Alimentos.
Para el presidente de la asociación, esto es un signo que demuestra la solidaridad de la sociedad burgalesa. “Aunque no tenemos un dato fehaciente, en todas las experiencias que hemos tenido la ciudadanía se ha volcado de forma impresionante”. Y añade que “sin el trabajo de los voluntarios el Banco de Alimentos no podría existir”. El equipo está formado por 20 voluntarios a los que se les suman otros mil para acciones puntuales.
Conocer la realidad para mejorarla
Julián Martínez anima a toda la sociedad burgalesa a que conozca la labor del banco y sea consciente de las consecuencias despilfarro de la comida.
“Hay unos grandes costes en cuanto a despilfarro de alimentos se refiere. No somos conscientes hasta que no te pones a pensarlo. El despilfarro produce desde efecto de gases invernadero, hasta destrucción del campo porque la sociedad consume más de la cuenta. Por eso debemos concienciar a la ciudadanía de que los alimentos no se deben tirar”.
Así, uno de sus objetivos fuera del abastecimiento de alimentos, es educar en los colegios del consumo responsable para evitar este problema en el futuro. Y es que, como indica Julián Martínez, “hoy en día no debería de haber hambre”. Hagamos lo que esté en nuestras manos para conseguirlo.