Este mes, nuestra colaboradora más viajera y soñadora, Silvia Sancidrián, nos lleva hasta la ciudad romana de Clunia para contarnos un poco de su pasado y su presente. Además, también nos acerca hasta la localidad de Huerta de Rey, un punto estratégico de nuestra provincia en diferentes rutas de nuestros antepasados hacia el mediterráneo. ¡Que disfrutes de este viaje!
La vida me ha traído por unos meses a la ciudad romana de Clunia, situada al sur de la provincia de Burgos. Nunca sabemos por qué o para qué suceden las cosas, pero el caso es que ocurren. Una vez leí que solo cuando se echa la vista atrás las cosas cobran pleno sentido y que es tan solo entonces cuando, como si del golpe de una varita mágica se tratara, la caja de nuestro entendimiento se abre «de par en par».
También leí, o puede ser que se lo oyera a alguien, que una cosa es lo que queremos y otra lo que necesitamos, y que son los hados quienes nos ponen en escena y nos impulsan a actuar en la vida sin que muchas veces lo entendamos, lo aceptemos o siquiera lo queramos ver. ¿A quién no le gustaría ser «tan solo» un dechado de dones y virtudes, y tener una vida llena de mieles y éxitos?
Pero el caso es que apenas somos hombres y mujeres con más o menos herramientas, con más o menos inteligencias (así, en plural), con más o menos suerte en nuestro día a día; pero eso sí, todos con un objetivo común: hallar y asentarnos en la felicidad más absoluta.
Yo, sinceramente, creo que voy a encontrar un pedacito de la mía por aquí, e interpreto que los «hados» de la roca que custodian Clunia, con su mueca, me quieren decir que estoy en lo cierto.
La ubicación de Clunia
La COLONIA CLUNIA SULPICIA (pues es este su nombre completo) está ubicada en el Alto de Castro, en el pueblo de Peñalba, también de Castro. Esta localidad, que hoy en día cuenta con no más de cuarenta vecinos en invierno, «en su otra vida», allá por los siglos I – II d. de C., estuvo ocupada por unas 20.000 – 30.000 personas, y fue Convento Jurídico de la Tarraconense, que es lo mismo que decir que fue una ciudad realmente destacada a este lado del Imperio. La separan de Huerta de Rey, municipio del que depende, no más de diez minutos en coche.
Parada obligada en Huerta de Rey
Enclavada en la impresionante Sierra de la Demanda, a Huerta de Rey se accede desde la N-234 tras 13 km de curvas y contracurvas, de esas que tanto disfrutan los amantes de la conducción. Yo, que «manejar» se me antoja no sé si difícil, pero sí al menos complicado en muchas ocasiones, con lo que me deleito durante este corto trayecto es con los pequeños regalos que la madre naturaleza pone en nuestro camino. Si alguna vez habéis circulado al atardecer por esta carretera en dirección a la nacional, estoy segura de que al menos un «wuau» se os ha escapado al llegar a lo alto del Cerro.
Y es que justo en ese punto, justo en ese instante, a uno le invade la sensación de que el tiempo se congela durante unos instantes, para dejarte suspendido frente a un telón de fondo que no puede ser más sorprendente y hermoso. Y aunque se trata tan solo de un momento fugaz, de un instante efímero, pues la carretera enseguida te devuelve a la realidad y te obliga a prestarle toda tu atención, no se puede si no dar las gracias y reconocer que siempre hay algo por lo que merece la pena andar el camino, incluso aquel más tortuoso.
Paso del Camino del Cid y de la Ruta de la Lana
Famosa por encima de cualquier otra peculiaridad por lo singular del nombre de muchos de sus vecinos, Huerta de Rey es también etapa del Camino del Cid y de la Ruta de la Lana. Para quienes lo desconocen, el Camino del Cid es el itinerario turístico que atraviesa España siguiendo las huellas literarias e históricas del Destierro de Rodrigo Díaz de Vivar, nuestro burgalés más ilustre. Se cuenta que Mío Cid atravesó esta localidad un 25 de julio, y es por ello que desde hace unos años, llegada esta fecha, el pueblo se viste de fiesta y sale a la calle para celebrarlo.
En cuanto a La Ruta de la Lana, se trata de un ramal (si se me permite la expresión) del Camino de Santiago que une Alicante con Burgos (punto en el que se enlaza con el Camino Francés), y que sigue antiguas sendas vinculadas a la ganadería y al comercio. Y hablando de ganadería, también es de destacar la afición de los huertaños a la fiesta taurina.
Como prueba de ello un par de botones: el primero, la silueta del mítico toro de Osborne que se recorta en lo alto del monte de Zarrazuela y que domina el entorno desde su privilegiada ubicación. El segundo, su plaza de toros, fija, centenaria, restaurada, con el tendido de madera y la cubierta de tejas, que sobrevivió al fuego que arrasó el pueblo allá por 1918.
Festival de verano en el teatro de Clunia
Pero para cerrar esta entrada tengo que volver de nuevo a Clunia, a sus noches de teatro en verano. Este año solo he podido presenciar el espectáculo de circo contemporáneo puesto en escena por el grupo Lurrak. Fue, sencillamente, un regalo para todos los sentidos; por la actuación en sí (hora y cuarto de acrobacias, aéreos, risas, música de chalaparta…), por el escenario, por el entorno, por lo agradable de una noche al aire libre, de esas que ya sabemos que por estas latitudes no son muchas a lo largo del año. Dice Vitrubio en su libro V de De architectura:
«… porque los espectadores, que con sus mujeres e hijos permanecen sentados todo el tiempo que dura el espectáculo, cautivados por el interés e inmovilizados por el gusto de la representación, a causa de la quietud tienen todos los poros de su cuerpo abiertos, y en ellos insensiblemente penetra el aire; y si este viene de lugares pantanosos o de cualquiera otra causa viciados, infundirá en el cuerpo emanaciones perjudiciales. Estos daños se evitarán si se tiene gran cuidado en escoger para el Teatro un lugar adecuado […] Por eso se ha de huir especialmente de la orientación a lugares viciados y se ha de escoger la de aires saludables.»
Pues señores, en Clunia, esta máxima se cumple como pocas. ¡Pasen y vean!