Este mes las chicas de UMAMI nos traen un interesante artículo sobre los lácteos, un producto sobre el que existen muchas dudas en relación con su consumo. Te animamos a seguir leyendo para descubrir cómo debemos tomarlos.
Leche y derivados lácteos, en el punto de mira en multitud de medios de divulgación e incluso entre profesionales sanitarios, no siempre dietistas-nutricionistas. ¿Quién no ha oído que son perjudiciales, y casi al mismo tiempo que debemos tomar 2-3 raciones diarias?
Entre otras afirmaciones muy sonadas estan el típico “no son recomendables porque el ser humano es el único animal que toma leche de otra especie después del destete”, o el “no tomo lácteos porque me generan mocos” o un poco más allá y que a determinadas marcas de lácteos le sirven para crear productos específicos: “si no tomo leche tendré problemas de osteoporosis”.
¿Qué hay de cierto o de falso en todo esto?
Lácteos, intolerancias y alergias
Debemos diferenciar que en la alergia a la proteína de la leche de vaca, se desencadena un proceso inmunológico, mientras que en la intolerancia a la lactosa, quien la padece sufre de déficit de la enzima que nos permite digerir este disacárido. El origen del problema, el proceso, la sintomatología y el tratamiento son completamente diferentes en los dos casos.
La intolerancia a la lactosa es mucho más frecuente que la alergia a la proteína de leche de vaca, con mucha variabilidad según zonas geográficas.
- Si tienes alergia a la proteína de leche de vaca, tendrás que eliminar todos los lácteos de tu alimentación.
- Si sufres intolerancia a la lactosa, puedes sustituir la leche por bebidas vegetales, por leche sin lactosa o directamente tomar otros alimentos. La tolerancia a los derivados lácteos dependerá del grado en el que te afecte la lactosa si eres intolerante. Es posible que no te siente bien la leche, pero sí que puedas consumir yogur o quesos. Esto es debido a que la lactosa está fermentada y esta fermentación genera ácido láctico, que no causa intolerancia.
- Si no tienes ni alergia ni intolerancia, puedes perfectamente tomar lácteos salvo que sigas una dieta vegana o decidas por alguna razón, (como por ejemplo, respeto al medio ambiente) no consumirlos.
No estamos capacitados para consumir leche después del destete, y menos de otras especies
Si bien es cierto que durante millones de años de evolución, hasta que no se domesticó el ganado, nuestros antepasados no tomaron leche, es un alimento consumido en nuestro entorno de manera habitual desde hace siglos.
Somos también la única especia animal que se viste, que cocina los alimentos o que fuma. Además, a los gatos o perros si les pones un platito con leche, se lo toman. Por lo tanto, esta afirmación… se tambalea.
Leche y osteoporosis
La osteoporosis es una enfermedad caracterizada por pérdida del tejido que conforma el hueso, tanto proteínas como minerales.
Desde el momento en el que nacemos, en condiciones normales hay un aumento de la masa ósea, con un pico entre los 30 y 35 años. A partir los 40 años el tejido empieza a disminuir, acentuándose en el caso de las mujeres. Por lo tanto, debemos procurar alcanzar el mejor pico máximo posible durante toda la juventud para que cuando llegue la pérdida de tejido, el impacto sea el menor posible.
Por esta razón no es necesario tomar lácteos enriquecidos en calcio y vitamina D en la edad adulta, si no que es más interesante cuidar que no haya carencias nutricionales en la juventud (por ejemplo cuando se padece anorexia nerviosa, o si no se tiene un acceso adecuado a alimentos) o asegurarnos de evitar otros factores de riesgo, como el sedentarismo, asegurarnos una mínima exposición solar o evitar sal o azúcar.
Se ha comprobado que si se redujera la ingesta de sodio a 2,3 g, las necesidades de calcio podrían disminuir de 840 mg a 600 mg. Por tanto, parece lógico pensar en evitar los nutrientes que nos hacen perder calcio, más que aumentar la dosis de calcio como tal. ¡Evita los procesados, pues contienen sal y azúcar añadidos!
La leche produce mucosidad
Esta creencia parece estar fuertemente arraigada en determinados sectores de la población, especialmente aquellos que manifiestan más síntomas respiratorios. Sin embargo el Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (GREP-AEDN) concluye que “la poca bibliografía y los datos encontrados al respecto conducen a concluir que no existe relación entre el consumo de lácteos y la producción de mucosidad, siendo por lo tanto una creencia no justificada mediante pruebas científicas”.
¿Qué hago con los lácteos? ¿Consumo o no? ¿De dónde puedo obtener el calcio si dejo de tomarlos?
Si no tienes alergia o intolerancia, no sigues alimentación vegana y te gustan, no hay problema en que los consumas. Si lo haces por tener unos huesos más fuertes, no es necesario. Podemos obtener calcio de muchas otras fuentes, como las semillas de sésamo trituradas, las verduras de la familia de las coles, almendras, avellanas o el tofu coagulado con sales de calcio. No existe una frecuencia de consumo específica, simplemente en tu alimentación incluye alimentos ricos en calcio, sean por parte de lácteos o no.