Continuar trabajando en la investigación con una cierta estabilidad. Este es el deseo de Marina Martínez de Pinillos, investigadora posdoctoral del Centro Nacional sobre la Evolución Humana (CENIEH). La joven ha resultado beneficiaria de la beca del convenio de Fundación Caja Rural Burgos y Fundación Atapuerca. Una ayuda que le permite continuar su estudio sobre la información que aporta la dentina de los dientes a la identificación de especies. Además de ser una aportación a la financiación de su salario.
Esta no es la primera vez que la Fundación Caja Rural Burgos apoya el trabajo de Marina. Hace unos años, también obtuvo una beca a nivel predoctoral. “Me siento bastante afortunada por el apoyo, puedo decir que he tenido un antes y un después”, agradece la investigadora. “Piensas que hacer la tesis es la parte más difícil del proceso de investigación pero, una vez que eres doctor, te das cuenta de que buscar cualquier cosa que te permita seguir con tu carrera de investigador es lo más complicado“, subraya.
El apoyo es fundamental. En España es muy complicado tener una cierta estabilidad en el mundo de la investigación. Una situación en la que, desde la crisis, “se ha notado el bajón” y está provocando que “muchos investigadores terminen dejando esta profesión para dedicarse a otras cosas”, explica Marina. Por ello, es muy importante dar más valor y aumentar la inversión en investigación. Aunque los resultados no son inmediatos, a posteriori se comprueba que es necesario para toda la sociedad.
Estudio morfológico de los dientes
En su tesis doctoral, Marina realizó un estudio morfológico, tanto externo como interno, de un caracter que aparece en los molares inferiores de ciertas especies. Es conocido como cresta del trigónido. Un ámbito muy específico pero que, desde hace muchos años, ha cobrado mucho valor. La morfología dental sirve para, entre otras cosas, caracterizar especies y comprobar si un fósil -un diente- pertenece a una u otra especie.
Un aspecto que, hasta los últimos años, siempre se había estudiado a través del esmalte. Gracias a las nuevas tecnologías, “estamos viendo qué ocurre dentro del diente, hemos comprobado que los caracteres morfológicos que se expresan fuera también aparecen en el interior de los dientes con una expresión mucho más potente”, explica Martínez de Pinillos. A día de hoy, lo que se está haciendo es ampliar el abanico del estudio morfológico al resto de los dientes. No solo a los molares inferiores.
La investigadora se considera toda una afortunada por poder estar trabajando en lo que más le gusta. Una pasión que tiene desde pequeña. “Siempre me ha gustado la historia, tuve un profesor muy bueno y creo que eso me influyó”, cuenta Marina. Además, subraya la influencia de José Miguel Carretero, profesor de la Universidad de Burgos. También de María Martinón Torres, quien dirigió su tesis, y José María Bermúdez Castro, que le dio la oportunidad de entrar en su equipo.
El día a día de un investigador
“El día a día en el CENIEH es como el de cualquier otro investigador”, asegura Marina. Lo primero que se necesita es una muestra de estudio que analizar y sacar datos. Posteriormente, investigar a través de unas referencias bibliográficas que se han debido buscar y desarrollar con anterioridad. La investigadora subraya la importancia de estar actualizado, “no solo en lo que está ocurriendo e investigando ahora, sino en todo lo pasado”.
En el caso del estudio morfológico de los dientes, la situación cambia. Martínez de Pinillos tiene que segmentar virtualmente las muestras de los dientes. Un proceso de reconstrucción virtual que “es muy costoso en tiempo y algo tedioso“, explica. Muchas horas de trabajo de lectura y reconstrucción virtual delante de un ordenador. Posteriormente, la investigadora realiza una comparativa con otras especies estudiadas para poder sacar las conclusiones finales.
El complicado mundo de la investigación
Conciliar la vida personal y laboral en el mundo de la investigación es muy difícil. Sobre todo cuando eres madre, como es el caso de Marina. La joven cuenta que cuando no tienes una familia “son muchas horas de trabajo pero es tu tiempo, cuando hay un factor externo que te necesita es todavía más complicado”. Sin embargo, agradece la flexibilidad horaria que está teniendo gracias a sus jefes y a la beca de la Fundación Caja Rural Burgos.
“La flexibilidad horaria es algo que hay que mejorar en este país”, comenta la investigadora. En algunas ocasiones, este trabajo no tiene un horario fijo. Hay temporadas en las que no se hacen ocho horas diarias. Pueden ser más o menos, dependiendo de la etapa del estudio. Otro de los puntos a mejorar es la estabilidad. Es lo más complejo de esta profesión. A veces tienen que cambiar de ciudad o país. Estar constantemente buscando proyectos en los que trabajar.
“Puedes tener un contrato de dos años, el primero lo dedicas a la investigación y el otro a buscar un futuro trabajo”, explica Marina. Sin embargo, la investigadora tiene claro que cuando haces lo que te gusta, “sarna con gusto no pica”. Marina solo tiene una cosa en mente: “Quiero continuar en la investigación y poder tener una vida personal y laboral que sean compatibles”. Y anima a los indecisos. “Al final lo importantes es hacer lo que te gusta, hay que ir a por todas y el tiempo dirá“.