Este mes, nuestra querida colaboradora Silvia Sancidrián, organizadora del proyecto turístico ‘Burgos Experience’, nos embarca en un viaje histórico del bonito municipio de Sasamón. El él conoceremos un poco más sus orígenes, su historia y el arte que lo rodea. ¡No te lo pierdas!
Comencemos este relato trasladándonos al siglo I a. de C. (allá por los años 29 – 19 a. de C.). Dispongamos ahora un teatro de guerra contra los «rebeldes» cántabros en las cercanías de la Peña Amaya. Vistámonos a continuación de soldados romanos bajo las órdenes del mismísimo Octavio Augusto.
Establezcamos, antes de que caiga la noche, un campamento base para la ofensiva, en las cercanías de la Segisamone de los turmogos. Así, de esta manera, puede que acabemos de dar origen a una población que será conocida como SEGISAMA IULIA, la actual Sasamón, y cuya grandeza lleva impresa en el nombre. Y es que, al parecer, Sasamón significa «la más fuerte», según me cuentan las gentes del pueblo.
Ahora demos un salto en el tiempo y vayámonos directos al siglo XI, a esa incipiente Castilla que siglos después terminará poseyendo también un gran Imperio. ¿Y por qué este salto? Porque el rey Sancho II de Castilla, llamado «el Fuerte» (1038/1039 – 1072), acaba de otorgar a Sasamón la silla episcopal, y si bien es cierto que tan solo serán cuatro los obispados que aquí se sucedan, el dato es más que suficiente para entrever de nuevo la grandeza de Sasamón.
La Colegiata de Santa María la Real de Sasamón
Y hablando de grandeza, no puedo por menos que introducir ya en escena la Colegiata de Santa María la Real, uno de los espacios religiosos más hermosos de nuestra provincia. Su construcción se inició a instancias de otro rey, Alfonso VII (1105 – 1157), y sus dimensiones y porte catedralicio la hacen visible desde cualquier punto de los alrededores.
Pero más allá de su soberbia planta de cruz latina, destaca sobremanera por la belleza de sus elementos tanto arquitectónicos como escultóricos, lo cual no es de extrañar si tenemos en cuenta que en su ejecución trabajaron algunos de los grandes del arte español de los siglos XV y XVI.
Nombres como los de Juan de Colonia, Diego de Siloe o Felipe Vigarny firman algunas de las joyas de esta Colegiata. Y con joyas me refiero, respectivamente, a un claustro de ensueño, a una talla de San Miguel de impecable factura y a un retablo de Santiago realmente magnífico.
Desafortunadamente, la integridad del monumento se vio seriamente afectada en el siglo XIX. Pero antes, volvámonos a situar: primeros años del 1800, Guerra de la Independencia. Las tropas francesas han invadido la península y los guerrilleros españoles luchan por desembarazarse de ellos.
Sasamón es una población afrancesada. Con este escenario de por medio, y una vez perdida la batalla, las tropas extranjeras se refugian en el interior de la catedral, para después huir llevándose consigo todo lo que pueden. Lo realmente calamitoso sucede en este momento: la iglesia es incendiada bien por manos francesas, bien por las huestes de Santos Padilla.
Y es que no hay consenso en torno a quién inició el fuego. Pero fuera quien fuese, este provocó no solo el derrumbe de las naves, sino también un cambio en el propio uso religioso del templo. Por ello, a día de hoy encontramos que naves y cabecera están separadas por un muro y el altar mayor reubicado en el extremo norte del crucero. A pesar de las fechorías, la iglesia fue declarada Bien de Interés Cultural en 1931.
La Cruz del Humilladero
Mención aparte en este relato merece la hermosa Cruz del Humilladero (del siglo XVI), custodiada en el interior de la Ermita de San Isidro. Seis metros, en altura, de pura piedra, sobre los que están bellamente esculpidos algunos pasajes de la Biblia. Sin embargo, verla de cerca no es nada fácil, por cuanto, según me dicen, la ermita solo se abre a grupos organizados o justo en mayo, coincidiendo con una de las fiestas locales.
Aún así, desde la distancia que da la cancela, se puede apreciar que estamos ante uno de los mejores cruceros de Europa, y es por ello que tiene un hueco en esta entrada. [Los cruceros se situaban en un cruce de calles o de caminos y ante ellos se humillaba el cristiano y rezaba una oración.]
Y sí, soy consciente de que a estas alturas del texto aun no os he hablado de su muralla, ni del Arco de San Miguel ni de la Casa Museo Salaguti ni del Museo de Arte Contemporáneo. Tampoco he hecho referencia a su rico (y galardonado) queso.
Pero se acerca el día de san Isidro, y la localidad se vestirá de fiesta para concelebrar al patrono de los agricultores. Su imagen, custodiada durante todo el año en la Ermita que lleva su nombre, será sacada en procesión el día 14 para bendecir los campos; después será depositada en el interior de la catedral, donde pasará la noche.
El día 15, el santo será bajado de nuevo a la Ermita. Y todo ello sucede ambos días en medio de una gran algarabía. ¿No os parece, por tanto, una oportunidad excepcional para acercaros vosotros mismos a conocer y disfrutar esta localidad?