EL DESAYU(NO) ES LA COMIDA MÁS IMPORTANTE DEL DÍA
Todos en alguna ocasión hemos oído esto. Una afirmación implacable, como si de la verdad más absoluta se tratase.
Basta con googlear “desayuno”, para darnos cuenta de dos cosas:
- En imágenes, prácticamente todas coinciden: un zumito, un croissant y algo de fruta. Hay variantes, pero como norma ese es el patrón.
- En la búsqueda global, podemos encontrar titulares con un aura mágico en torno a esta comida. Que si “desayunos perfectos para dietas de adelgazamiento”, “desayuno healthy”, o “cómo debe ser el desayuno de un niño”, como si hubiera una norma única y válida para que sea una comida saludable. O incluso aquellos amenazantes como “no desayunar es tan perjudicial como fumar”.
¿Qué dice la ciencia hasta ahora?
Si hacemos una búsqueda en cualquier web de literatura científica, encontramos multitud de estudios que perpetúan el mito de que el desayuno es la comida más importante del día, y que saltárselo favorece que desarrollemos obesidad.
Sin embargo, hace 4 años se publicó un estudio en el que se sintetizaron todos los estudios relacionados con el efecto propuesto del desayuno sobre la obesidad, en forma de metaanálisis acumulativo. ¿Qué se concluyó? Que este mito solo se presume como verdadero, y que no hay relación causal entre no desayunar y padecer obesidad.
Se encontró sesgo en la interpretación de los resultados y otros factores que, unidos a más estudios de este tipo, ponen en controversia todas estas afirmaciones sobre el deber de hacer, sí o sí, un desayuno.
¿Y qué nos dice la publicidad?
Nos dice cosas como “cacao y galletas, el desayuno de los atletas”, y encima, con una musiquilla pegadiza y dibujos atractivos para que a nuestros hijos les despierte su atención.
Nos dice también que con no sé qué galletas tienes energía para toda la mañana, que con unos cereales “fit” te ayudan a cuidar la línea y, que la leche mejor desnatada si quieres cuidar la silueta, por favor.
Te encuentras con mantequilla con nueva fórmula “más saludable” o margarinas sin colesterol pero con grasas discutibles.
Y en el mismo desayuno en el que nos preocupamos por echar sacarina en el café con leche desnatada, nos estamos comiendo unas galletas “digestivas” con 30% de azúcar añadido, grasas de mala calidad y harinas probablemente refinadas.
¿Y el sentido común? ¿Ese qué dice?
Seguro que tienes a alguien cercano que todas las mañanas sale de casa sin desayunar, porque no tiene apetito y quizás tenga un peso adecuado. Sin embargo, puede que conozcas a otra que desayune pero tenga exceso de peso, ¿esto nos cuadra?
Y es que hay que pararse a analizar el resto de los hábitos alimenticios y estilo de vida. Seguro que se pueden identificar diferentes aspectos que mantengan a una persona u otra en obesidad o normopeso.
Por tanto, sería recomendable desayunar para aquellas personas que por la mañana tienen apetito y que desayunar les pueda generar llegar a la siguiente ingesta con más hambre y devorar. Igualmente, sería recomendable esperar a que se tenga apetito para aquellas que no tienen ganas de desayunar a primera hora. Es tan sencillo como respetar nuestras señales innatas de hambre y saciedad, que para algo están ¿A que no se critica tanto al que se salta la cena porque no tiene hambre?
Vale, parece que ya va quedando claro que el desayuno es solo una comida más, y que ninguna tiene más importancia que otra. ¿Tiene que tener una estructura definida? Esa que tantas veces oímos y que muchas veces aparece en las cajas de cereales (¿casualidad…?): el desayuno debe estar compuesto de una pieza de fruta, un lácteo y cereales.
Vamos a preguntarle de nuevo al sentido común.
¿Qué pasa con una persona que tiene alergia a la proteína de la leche de vaca y no toma lácteos o intolerancia a la fructosa y no pueda comer fruta? Obviamente no van a cumplir este esquema, ¿estarán haciéndolo mal?
Es evidente: no todos tenemos las mismas necesidades, características y apetito en horas determinadas.
¿Entonces qué hago con el desayuno?
Es simple: desayuna comida real, mínimamente procesada y cuyos ingredientes sean los propios alimentos que vayas a comer. Si vas a tomar algo procesado, revisa el listado de ingredientes y cuida que sean ingredientes de calidad. Te recomendamos leer esta guía de etiquetado.
Pueden ser unas gachas de avena con leche, cacao puro y un plátano troceado o que te apetezca tomar un café (sin azúcar ni edulcorantes) y una fruta. Si eres más “de salado”, es una buena opción unos huevos revueltos y si te apetece también, café.
Estas son solo algunas opciones saludables que puedes escoger, entre otras.
Lo que no sirve, por mucho que lo publiciten, es un vaso de leche con cacao azucarado, con cereales con mucho azúcar añadido y harina refinada, o unas galletas maría (que si miras los ingredientes… ¡oh, sorpresa!).
Conclusión
El desayuno no es la comida más importante del día, es una comida más. Lo que sí es, gracias al marketing y a tanto producto “de desayuno” (cereales de… galletas de…) una comida “carne de cañón” para introducir productos no recomendables.
Si vas a desayunar, que sea saludable.